lunes, 16 de mayo de 2016

Un acercamiento teórico al bullying.

El bullying es una forma de violencia inicialmente estudiada por autores como Peter-Paul-Heinemann u Olweus, en torno a 1972 y 1973. En este marco, los países escandinavos dominaron los estudios sobre el bullying a partir de aquellos primeros acercamientos (Espelage, 2003). En los noventa se delimitó una de las primeras definiciones  realmente acotadas del acoso escolar, entendido como aquel comportamiento violento, repetitivo y prologando en el tiempo, que parte del acosador hacia el acosado, existiendo siempre una situación de desigualdad (Olweus, 1993). Antes, el propio Consejo de Europa había organizado ya un congreso internacional sobre este fenómeno, que se sirvió del saber de diversos expertos en conductas antisociales ante la falta de experiencia sobre el aún poco conocido bullying (Roland y Munthe, 1989).
La implicación de un amplio número de autores, investigadores y expertos ha contribuido a que podamos afirmar que el acoso escolar es uno de los problemas más y mejor estudiados en el ámbito de la psicología educativa (Roland, 2010). Sin embargo, y pese a que contamos ya con una participación activa de los agentes educativos (incluidos profesores y administraciones), los datos de incidencia indican que aún queda mucho trabajo por hacer (Ruiz, 2010).

Más allá de los datos brutos, algunos autores afirman que los medios informativos han cumplido una función social al crear una conciencia (Navarrete-Galiano, 2009), pero, ¿qué papel han cumplido en este asunto las instituciones públicas? ZERO y KiVA, son buenos ejemplos de respuestas exitosas desde la administración pública, en este caso de Noruega (Roland, 2007) y Finlandia (Salmivalli y Peets, 2010), respectivamente. Ambos planes destacan por su importante base teórica e investigativa, por la implicación de profesores, alumnos y padres y, ante todo, por su constante actualización y adaptación a los nuevos fenómenos sociales, culturales, educativos y comunicacionales (Williford, 2012). Tanto ZERO como KiVA ofrecen un amplio número de materiales que buscan la prevención del bullying y la reducción de algunos de los factores que facilitan el mantenimiento del mismo (Roland, 2010), como pueden ser la recompensa social grupal (Salmivalli y otros, 1996). A diferencia de estos dos ejemplos, cuyos modelos han sido exportados a países de América Latina o adaptados a diferentes entornos, España no posee un plan suficientemente estructurado, si bien la actuación pública contra el bullying parece mostrar visos de coordinación e interés real.

Justificación inicial del proyecto.

El bullying, referido en los países de habla hispana como acoso escolar, no se trata de un fenómeno reciente. Si bien comenzó a ser estudiado como una forma de violencia diferenciada en los años 70, es en los últimos tiempos cuando la sociedad ha dirigido parte de su atención ya no sólo a los asuntos sociales, sino a preocuparse por el bienestar físico y afectivo del individuo desde edades tan tempranas como la infancia (Ortega, 2010).
Según las definiciones básicas de Olweus (1993), y a tenor de las denuncias de afectados, podríamos hablar de que un 5% de los niños y niñas de primaria sufren bullying al menos una vez a la semana en los países industrializados (Smith, 2005). Otros autores afirman que la tasa de víctimas oscila entre el 2% y el 10%, mientras que el de agresores se eleva a cifras entre el 3% y el 15% (Gómez, Gala, Lupiani, Bernalte, Miret, Lupiani y Barreto, 2007). Son datos que, sumados a los casos que despiertan interés entre la opinión pública cada ciertos meses, nos ayudan a entender el bullying ya no como casos de violencia aislados o como cosas de niños. La violencia escolar, especialmente cuando se presenta en situaciones de acoso, se ha convertido en un problema que es necesario afrontar desde las instituciones públicas, y a través de la educación y la comunicación.

Partiendo del problema del acoso escolar, pretendemos estudiar la forma en que éste influye en las agendas de las principales instituciones públicas de ámbito educativo (Ministerio de Educación y consejerías de Educación, en el caso de España), y cómo comunican sus planes de actuación sobre el mismo. Con el propósito de establecer una comparativa actualizada y de proponer una serie de medidas para el futuro, se analizará también el mismo tratamiento respecto a los dos mayores planes de lucha contra el acoso escolar en el mundo, KiVA (Finlandia) y ZERO (Noruega), y la forma en que fueron afrontados desde el campo de la comunicación.